La limitante más frecuente es la no aceptación por parte del afectado y su entorno social, es común escuchar a un alcohólico decir “NO LO SOY”, “YO LO PUEDO CONTROLAR” o a sus familiares “SOLO ES EN OCASIONES” y entran en discusiones interminables pues cada quien tiene su parámetro para determinar si se tiene problemas con la bebida. Y de día en día se pierde la oportunidad de atacar el problema en sus inicios antes que los daños sean irremediables. Aunado a la no aceptación está la negación a la ayuda, que puede ser bien intencionada pero no adecuada, en centros de rehabilitación para alcohólicos cuentan con información para brindar ayuda a personas con esta enfermedad.
Para puntualizar, si repetidamente se observan al menos tres de los siguientes criterios, se considera alcoholismo:
- Deseo compulsivo a ingerir bebidas alcohólicas, sin importar el lugar o la hora del día, o cuando se relaciona con alguna otra actividad (al llegar a casa, en reuniones, etc.,)
- Incapacidad de controlar el consumo, una vez que se tomó la primer copa ya no se puede parar
- Padecer síndrome de abstinencia, continuar bebiendo al siguiente día para mitigar los efectos de la resaca
- Aumento progresivo de la ingesta en relación al pasado, cuando se necesita tomar más para conseguir los efectos de embriaguez
- Sustitución de actividades, personales, familiares, laborales y sociales por tiempo dedicado a beber
- Persistencia al consumo pese a un estado deteriorado de salud física y mental
Es importante destacar que estas situaciones se pueden presentar en un estado inicial y no se debe esperar a presentar más de uno de ellos para actuar, esta enfermedad no se cura con el tiempo y buena voluntad se requiere de aceptación por el afectado, profundo amor de familiares, y muy importante ante la sospecha o certeza de estar frente al alcoholismo acudir con profesionales de la salud en clínicas de adicciones que están debidamente capacitados para lidiar con este mal y regresar a la oportunidad de vivir en plenitud.
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